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Desde que tienen memoria han trabajado recolectando productos del mar. Con esto, sacaron adelante a sus familias y no tienen intención de colgar las redes. Por eso, recibieron con mucha alegría al programa Autoconsumo, el cual les proveyó indumentaria nueva para continuar sacando cochayuyo, piures, luche y otras delicias. Para ellos la edad no es impedimento.
Hombres de mar. Es lo que define a don Eugenio y don Víctor, pichileminos que llevan más de seis décadas trabajando como pescadores y mariscadores: “nosotros éramos hartos hermanos, las cosas se pusieron difíciles y tuvimos que meternos al agua”, relata don Eugenio, haciendo alusión a las necesidades que prevalecían cuando asomaban los ’60. Fue así como a los 14 años siguió los pasos de su padre y aprendió el oficio de pescador y buzo mariscador.
Historia parecida a la de don Víctor: “desde los 13 años que soy pescador y lo voy a ser hasta que la salud me lo permita”, dice seguro y orgulloso este hombre de 82 años.
Se detienen unos minutos a pensar en sus vidas. El Pichilemu que conocieron hace décadas era tan diferente, relatan. Cuando llegaba el tren repleto de turistas todos los veranos. Ellos buceaban, marisqueaban y pescaban. Primero, para ayudar a sus numerosas familias de origen; luego, a la que formaron siendo muy jóvenes. Don Eugenio resultó ser el más aventurero de los dos. Se casó y a los pocos días se fue con su esposa al sur. Llegó más allá de Chiloé, buceando, recolectando. Estuvo por lo menos en tres regiones ganándose la vida, hasta que regresó a las tierras del Cardenal José María Caro donde se quedó hasta ahora.
En la era de las redes sociales, de la inteligencia artificial y de los avances tecnológicos que avanzan a mil por hora, ellos se mantienen firmes en sus oficios y no cambian su querido Pichilemu. Conocen perfectamente los movimientos de las mareas, del viento, el sol. Sus pieles están curtidas por décadas de actividad y aunque la pesca y el buceo les han dado para vivir, sigue siendo una vida de mucho sacrificio, reconocen. “Cada vez sale menos en la mar, ya no es como antes, pero nosotros seguimos trabajando en esto”, señalan. Los apetecidos frutos del Pacífico se los venden a restaurantes, hoteles y clientes particulares.
Pocos de sus hijos les han seguido los pasos. “Ahora los cabros se dedican a la construcción”, dice don Eugenio. Y era que no, la capital del surf crece y se transforma y con ello, cambian las dinámicas del trabajo y la economía local. Sus habitantes se adaptan.
Del FOSIS no sabían mucho. El municipio los ingresó al programa Vínculos, orientado a adultos mayores, y fue de esa manera que conocieron el programa Autoconsumo, iniciativa que entrega tecnologías e insumos a familias vulnerables para la auto provisión de alimentos saludables.
Y aunque en esta Región no es habitual entregar trajes de buceo, la buena voluntad de los entes involucrados en el programa permitió que estos dos adultos mayores, pescadores, pichileminos de tomo y lomo, obtuvieran sus implementos. “Casi todos los años tenemos que comprar trajes, pero estos que recibimos son de muy buena calidad y jamás habíamos visto una ayuda así, estamos muy contentos”, dice don Eugenio.
Recientemente, ambos buzos se reunieron con el Director Regional del FOSIS, Guido Carreño Reyes; y con el alcalde de Pichilemu, Roberto Córdova Carreño. También estaban sus esposas, fieles compañeras que han sido un pilar fundamental durante estos años. Las autoridades conocieron un poco más sobre sus historias para luego hacerles entrega de la implementación.
El Director Regional del FOSIS manifestó su satisfacción con la iniciativa: “hoy estamos muy emocionados, haciendo entrega de estos trajes de buceo a dos hombres de esfuerzo, que han dedicado su vida a una actividad de mucho sacrificio. Sabemos que necesitan el apoyo del Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, así es que por eso hemos llegado hasta acá, los hemos felicitado por su esfuerzo, por su trabajo y saben que pueden contar siempre con nuestra institución”, señaló Guido Carreño.
La marea está un poco violenta en Pichilemu. Por estos días, don Eugenio y don Víctor no podrán meterse al mar, pero ya se alistan, con sus nuevos trajes, para retomar sus funciones: el primero, en las playas del sector Infiernillo, buscando los piures y el cochayuyo que venderá a sus clientes y que también su esposa convertirá en ceviche, charquicán u otro exquisito plato.
En tanto, llegando el mes de agosto, don Víctor tomará sus cosas y se instalará unos días en el sector norte de la comuna, a la orilla del mar, para comenzar su recolección de algas, las que transportará a su casa y meses después, venderá a su clientela. Es lo que saben hacer y es lo que harán hasta que las fuerzas los acompañen.
En su última ejecución, el programa Autoconsumo estuvo presente en 26 comunas de la Región: a través de él, se hizo entrega de hornos, colmenas de abejas; se implementaron huertos y gallineros. Todo ello, con la asesoría de profesionales del área agropecuaria, salud y social, trabajo coordinado que apunta no sólo a promover una alimentación saludable en la población, sino también, contribuye con la economía familiar.
El programa se ejecuta bajo el alero del Ministerio de Desarrollo Social, en conjunto con FOSIS y los municipios. No es postulable y más bien está dirigido a personas que forman parte del Sistema de Protección Social.