Es la obra de un personaje típico de nuestros campos, en particular de la zona central; el huaso. Era este un campesino enriquecido, de origen mestizo, que ha subsistido hasta los tiempos actuales, y que cultivó una especial dedicación hacia el caballo. Fue él quien creó esta peculiar versión de carreras de equinos, que se extendió ampliamente en campos y poblados.
Como quiera que fuese, las carreras eran fiestas de mucha fastuosidad y, sobretodo, un acontecimiento social. A ellas concurrían hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, clases y razas.
Para realizar la carrera a la chilena, era necesario disponer de una cancha apropiada. Estuvieron repartidas a lo largo del país y era raro encontrar un pueblo donde no existiera una. Las más famosas se verificaban en un llano que distaba como cinco millas de la ciudad y a ellas concurrían hasta diez mil personas. Los señores iban en grandes carretas entoldadas, tiradas por bueyes.
Las carreras de caballos están vigentes en nuestros días con variantes en su reglamentación, pero la base de la carrera en si y la alegría popular son las mismas.