Son los llamados “equipos territoriales de revinculación y asistencia”, que, en agosto, de acuerdo al Ministerio de Educación, ya deberían estar conformados por 1.300 profesionales, desplegados por “los territorios” más vulnerables, donde están los rezagados, los inasistentes, los desescolarizados. La mitad de la plata para financiar a esos equipos ya está entregada a los municipios, pero los 227 mil excluidos del sistema siguen ahí, constituyendo una masa difusa y literalmente perdida.
Si esto no se mueve, no pasa nada. Sin urgencia, no se avanza. Debemos acelerar el paso.
Nosotros como Fundación Súmate insistimos en que una vez que los excluidos sean encontrados y sensibilizados en la importancia de volver a estudiar, no pueden hacerlo a los mismos establecimientos, aulas, pupitres, donde fueron arrinconados por un sistema inflexible.
Desde enero de 2023, el proyecto de Ley de Subvención de Reingreso está en la Comisión de Hacienda del Senado, esperando. Que haya 227 mil niños, niños y jóvenes sin asistir a clases es como parte del paisaje.
Y si a nadie le preocupa, nadie se ocupa.
Ya comentamos que se estima que en agosto habrá un contingente de especialistas buscando en los territorios a los niños que están sin ir a la escuela. Esperamos que su tarea sea exitosa. Y que los excluidos y sus familias vean en ese despliegue de energía y recursos genuina preocupación por ellos.
Sin embargo, faltan señales al sistema educativo, a las comunidades educativas y a los sostenedores. ¿Cuál es esa señal?
Tramitar y aprobar el proyecto de Ley de Subvención de Reingreso que permitirá a centros educativos de jóvenes y adultos aumentar y mejorar la oferta para los jóvenes que se han quedado atrás y también la creación de aulas especializadas de reingreso.
La tramitación en la Cámara de Diputados de este proyecto de ley avanzó y pasó así a ser discutida al Senado. En ese tiempo nos dimos cuenta que tenía apoyo transversal, lo que no es poca cosa en tiempos de polarización. Ahora se requiere que el Senado siga la discusión, la estudie, la mejore y la apruebe.
Cuando los excluidos sean hallados, necesitamos que su retorno al sistema educativo sea permanente para que la recuperación de sus trayectorias educativas se convierta en realidad. Todo lo demás es ruido. Y aquí, más que en ninguna otra área, se necesitan nueces.