Por Ximena Torres Cautivo, Comunicaciones Hogar de Cristo
“Mi padre era el mejor en interpretar lenguaje de señas, hasta que un día sufrió un accidente y quedó paralizado del cuello para abajo y no pudo hacerlo más. Papá, aprendí mucho de ti, tu eres mi héroe”, dijo este domingo Troy Kotsur (53), levantando al cielo la estatuilla del Oscar al mejor actor de reparto que recibió por su interpretación de Frank Rosi en la película “CODA”.
Y lo dijo (¿o lo hizo?) en lengua de señas, como corresponde a un actor sordo, mientras los invitados a la ceremonia de la 94 versión de los premios de la Academia aplaudían sin sonido, simplemente agitando las manos.
Fue realmente un momento mágico, donde muchos pudimos aquilatar el universo expresivo contenido en quienes tienen falta de audición y cuánto nos dignifica a todos la inclusión y visibilización del otro y sus circunstancias.
Troy es el primer actor sordo en ganar un Óscar; antes, en 1987, Marlee Matlin (56), quien hace de su mujer en “CODA”, logró el premio a la mejor actriz por su rol en “Te amaré en silencio”. Ella fue -en rigor- la primera actriz privada de audición que logró el premio de la Academia. Y Daniel Durant (32), que interpreta el papel de Leo, el primogénito del matrimonio, también es un conocido actor sordo.
En la película, la actriz británica Emilia Jones, es Ruby, una joven notablemente dotada para el canto, que es la única persona oyente en su casa (y también en el elenco principal de la emotiva película que todos deberíamos ver).
Ruby es una “CODA”, sigla que significa Children of Deaf Adults; es decir, hijo/a de padres sordos, pero Ruby es sobre todo el puente que vincula a su familia sorda con la comunidad parlante, con el bullicio mundo de “los normales”, con la supervivencia del negocio de pesca de su padre, con los que escuchamos, pero que las más de las veces no vemos a los otros, a los que son distintos o tienen capacidades diferentes.
En Chile, existen –según las cifras más recientes– 712.005 personas con discapacidad que tienen algún grado de pérdida de audición, y de ellas se estima que 179.268 personas padecerían sordera total.
Imagino cuán gratificados se sentirán al recibir el saludo y el agradecimiento que el actor Troy Kotsur envío –en lengua de señas– “a toda la comunidad sorda, a todas las escuelas a instituciones que me han permitido sacar adelante mi talento como actor”.
El director del filme, Sian Heder, dijo: “Su ASL (American Sign Language o Lenguaje Americano de Señas) es creativo y realmente hermoso”, entendiendo e incluyendo a través de este reconocimiento a Troy, y con él a toda una comunidad de personas que necesitan acceso a un medio social con lengua de señas, servicio de intérpretes y con cultura de lo que significa la sordera.
En nuestro país, la Asociación de Sordos de Chile (ASOCHI) trabaja por esos logros y hay que reconocer que en los últimos años ha habido avances visibles: la lengua de señas está presente en los noticieros y en las transmisiones de informes, discursos y eventos relevantes para el país, aunque, sin duda, sigue faltando mucho para la inclusión plena de todos quienes viven con alguna discapacidad del tipo que sea.
Vean “CODA”, emociónense y aplaudan en silencio, sólo agitando las manos. Es un gesto de empatía, un ponerse en el lugar del otro, en imaginarse minoría uno mismo y tomarle el peso a cuántos nos falta para alcanzar la inclusión.