En una “medialuna” o simplemente en un terreno plano y espacioso, van apareciendo los domadores montados en pelo sobre caballos chúcaros. El caballo lleva un pretal, del que se sujetan los jinetes, como igualmente de las crines. Los corcovos, los relinchos y las patadas al aire, al clavarles las espuelas amansadoras, se repiten con profusión y el domador tendrá que resistir sobre el lomo o caer o vencer al caballo, hasta que amainado en su furia se deja guiar, mientras el amansador es aplaudido por la peonada o concurrencia.
Generalmente es una práctica anexa al rodeo, es decir cuando hay un rodeo también hay domaduras, claro que también se realizan de forma independiente.