Sentado y estudiando algunos casos encontramos al Dr. Diego Soto, médico del Policlínico de Salud Funcionaria del Servicio de Salud O’Higgins, quien con una amble sonrisa nos atendió y nos abrió las puertas de su vida y su intimidad para dejar en claro que cuando uno anhela algo, esos sueños con constancia, perseverancia y vocación se hacen realidad.
Y es que cómo no destacar la vida de este joven médico de 27 años, que luego de pasar gran parte de su existencia en el Hospital Regional Rancagua se decidiera a seguir los mismos pasos que esos señores de blanco que salvan vidas, tan sólo a los pocos meses de nacer conoció la sala cuna del Jardín Infantil “Arcoiris” del Servicio de Salud O’Higgins, para luego pasar a la guardería del Hospital Regional “Cuncuna Amarilla”, cuenta: “De que recuerdo estuve en el jardín, desde los tres meses de vida en la sala cuna, ligado a las tías y unos años más tarde pasé a la guardería del Hospital donde estuve hasta los 12 o 13 años, porque mi mamá trabajaba en el Hospital”.
Este hijo de la técnico paramédico, Teresa Soto Manzo, literalmente se crió en los pasillos del recinto asistencial más grande de la región, relacionándose desde muy pequeño con exámenes, jeringas, uniformes y el trabajo de un recinto asistencial que poco a poco le fue encantando para hacer de éste, su futuro trabajo.“Siempre estuve ligado al hospital, me acuerdo que cuando chico mi mamá trabajaba y me arrancaba de la guardería, me subía al ascensor y andaba dando vueltas por el hospital haciendo travesuras, toda mi vida estuvo ligada al hospital”.
Agrega, “Son muchos los buenos recuerdos del jardín y de la guardería, sobre todo las tías. Me acuerdo que mi primera polola la tuve en el jardín infantil, como a los 5 años y ahora atiendo a la mamá de la niña. Era muy maldadoso, creo que el más maldadoso que había, rompía vidrios, me arrancaba, hacia desorden, la verdad que le tengo mucho cariño al jardín y la guardería”, expresó.
De este modo, y de muy pequeño este hijo de una funcionaria del Regional, sabía que algo tendría que ver su paso por el Hospital en la decisión de formarse profesionalmente, y tenía claro que medicina era su carrera, por lo que a temprana edad comenzó a prepararse para hacer de su objetivo, una realidad. “Me acuerdo que como los diez años mi papá me preguntó qué quería estudiar, le dije quiero ser médico y me dijo, si quiere ser médico tiene que empezar ahora. Me fui al colegio, al Instituto O’Higgins y como de chico fui tan ligado al hospital, la única carrera que quise estudiar fue Medicina, era la opción que tenía, porque siempre miraba a los médicos y me llamaba la atención su trabajo sin siquiera saber qué hacían, porque uno cuando es chico no entiende mucho; pero no tenía otra opción de carrera, era medicina”, subrayó.
Tan claro tenía Diego la carrera que iba a estudiar que se arriesgó en sus postulaciones sólo por la opción de Medicina, contando con la certeza que una de ellas le entregaría las llaves como futuro médico de ésta región:“En mis postulaciones a la Universidad sólo era Medicina. Me fui a estudiar a Antofagasta en el 2002, un año congelé por el nacimiento de mi primera hija Valentina, luego retomé la carrera para finalizarla y el último año nació mi segunda hija, Antonia. Después que salí, alcancé a trabajar un par de años en Antofagasta y luego regresé a Rancagua”.
Así, cuenta ahora el Dr. Diego Soto, que lo que más le apasiona de su profesión es la ayuda que puede ofrecer a sus pacientes, no sólo extendiendo una receta; si no que abriendo las puertas de su consulta para escuchar y aconsejarlos: “Lo que me atrae de mi carrera, es que puedo ayudar, ayudar más allá del diagnóstico clínico, porque muchas veces las consultas médicas no tiene que ver con dolencias y uno puede ayudar más allá de los medicamentos. Mucha gente llega aquí para que uno la escuche, por lo que trato de darme un tiempo prudente con cada paciente. Lo otro que me gusta de esta carrera, es la posibilidad que tiene uno de darle educación a la gente en materia de salud, explicarle al paciente su enfermedad”, explica.
Y como la vida tiene muchas vueltas, ahora el Dr. Soto, un retoño del Hospital Regional y futuro pediatra, atiende a muchos funcionarios que en algún instante de sus trabajos fueron sorprendidos con este -en otro tiempo- pequeño aprendiz de la medicina, a los que con mucho cariño espera en su consulta: “Es muy agradable para mí atender gente que me vio crecer, a los que veía tan grandes cuando yo era niño, y ahora me toca atenderlos, eso es muy gratificante. Además que de alguna manera he empatizado mucho más fácil con los funcionarios, porque entiendo su trabajo, mi mamá trabajaba acá y yo casi vivía aquí”, finalizó.